
Todos recuerdan aquella luz inquieta, esos pasitos cortos y saltos entusiasmados, las preguntas incómodas y difíciles de responder, los llantos caprichosos, la sonrisa resplandeciente, los sueños eternos, abrazos tiernos, juegos fascinantes, paredes pintarrajeadas, orina sobre la cama, adornos destruidos, puertas rotas, los pañales olorosos, el asombro al descubrir un nuevo mundo, la inocencia que alguna vez produjo cierta sensación motivadora para seguir adelante, aquella inocencia perdida por motivos que no pretendo explicar ahora. Inocencia que complicó explicar el por qué de las cosas, inocencia que maravillaba la mente de aquel ser tan vivo, tan nuevo, y que muchas veces sorprendía con comentarios muy reales para la humanidad; pero qué falta de sensatez por parte de los “seres grandes y sabios” que existen en este mundo como para obviar ciertos comentarios que, a mi parecer, son genialidades provenientes de aquella inocencia. Aquel ser, tan vivo y nuevo, pierde su sabiduría por medio del tiempo, con cierto empujón de “la más sabia enseñanza del otro ser”. ¿Existen esperanzas? Está en aquella mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario