¿No combina? Poco importa cuando lo único que quieres es huir de voces chillonas, de un ambiente hostil e indiferente, comentarios vanos, y un malestar enorme por parte de la gran mayoría de individuos a mi alrededor.
Me voy! ¿adónde? Cualquier lugar es bueno para un refugio en donde desahogas tus sentimientos, ¿de verdad? No, tiendo a decir palabras que no creo cuando no me encuentro conmigo mismo, mejor no pensar ni responder preguntas por ahora.
Pasos lentos y cortos, teniendo fija la mirada en la punta cosida de mi zapatilla, tan sólo se me vienen a la mente recuerdos de mi vida cotidiana (Hijo, ya desayunarás?...No, mamá! me hago tarde, puedes llevar al zapatero estas zapatillas? Te devuelvo lo que gasaste cuando regreso). Vuelvo al presente, como en aquellas películas irreales en donde uno regresa de un pensamiento sin sentir lo que sucede en la realidad, como si fuese un sueño. Quisiera que fuese un sueño.
Sentí (en aquella corta caminata, que aún no sabía que lo era) que pasaron muchos minutos, eché la mirada hacia atrás, y me di cuenta que solo recorrí dos pequeñas cuadras. Tranquilidad sentía, pero momentánea; sabía bien que al regresar me encontraría de nuevo en aquel lugar lleno de palabras que se tornan superfluas, pero no tenía sentido pensar así...no por el momento.
¿Y ahora? ¿qué pienso?... ya sé! en mi perro ¿habrá regresado a mi casa? no creo, estará enamorado, o tal vez... no! mejor no un tal vez. Mejor, un puchito en la esquina del paradero, y después hablar solo.
Creí, aquel día, haberme puesto un polo verde limón y un pantalón marrón, busqué desesperadamente aquellas prendas al día siguiente. ¿Me robaron? no, nunca tuve un polo verde limón, ni menos un pantalón marrón; era alguna alucinación, o tal vez un sueño...quisiera que lo fuera.